Al fin llegó diciembre, el mes de las fiestas, de la nieve, de los regalitos, de la Navidad, del pan dulce, de los pinos decorados, de más fiestas... También es el último mes del año y perfecto para hacer un balance de este 2008 que se nos va y proponernos algunos nuevos objetivos para el 2009. ¡Y qué 2008 que tuvimos! Único, inolvidable, espero que no repetible porque ¿para qué pasar dos veces por lo mismo?
Pero este año ha visto un cambio tajante en la vida del país, del mundo entero. Para bien o para mal, nos llegó una crisis económica que hace temblar a las bolsas y accionistas de miedo. Claro, a simple vista esta situación nadie la desea porque afecta a más de uno. Entonces ¿por qué para bien también? Bueno, si pensamos que esta crisis global empezó mucho antes de lo que creemos, antes de que las instituciones financieras de peso colapsaran por la falta de crédito, antes todavía que las primeras familias hispanas empezaran a perder sus hogares por no pagar las hipotecas de cuotas fluctuantes que firmaron al parecer sin saber en lo que se metían. Antes incluso.
La crisis global la empezó a sentir el planeta probablemente en 1960, cuando se descubrió que la capa de ozono, que nos protege de las radiaciones ultravioletas cancerígenas del sol, tenía un agujero en los polos. Cada año el agujero aumenta de tamaño y, a pesar de algunos acuerdos firmados para reducir todo tipo de emisiones dañinas, los agujeros siguen ahí. El efecto invernadero que produce el cambio climático que nos trae cada vez más tornados, huracanes y tsunamis, además de sequías en vez de lluvias, es otra muestra de la crisis global que hace tiempo que no espera más a la vuelta de la esquina. Está ya acá entre nosotros.
Pero en 2008 algo que muchos todavía no pueden creer ocurrió: el pueblo estadounidense por fin votó a un hombre negro para ocupar la Casa Blanca. Barack Hussein Obama (un nombre por demás fuera de lo común aunque ya nos acostumbramos a este paso) prometió muchas cosas durante la campaña. La más importante: hacer frente al cambio climático creado por la mano del hombre, en especial por las sociedades de consumo de los Estados Unidos y Europa. La crisis energética es tan aguda como la crisis financiera y por lo tanto se precisa una urgente toma de decisiones que nos lleve a un futuro más limpio, libre de calentamiento global, libre de petróleo y de los intereses de los lobbystas. Ojalá.
Alegría contenida es el título de esta editorial. Alegría porque algo pasó este año que parece haber cambiado el rumbo de la historia, algo fuerte y sutil: se rompió un barrera para los afro-americanos, se encendió una luz de esperanza en el corazón de muchísimas personas, acá y en Latinoamérica, y en Europa, y en Asia. Alegría sí, pero contenida claro, una crisis financiera y una crisis energética, y quién sabe si alguna otra crisis por casa también. Pero acá estamos, con esperanza y tesón, porque sin duda el 2009 será lo que hagamos con él.
Desde La Voz les deseamos a nuestros queridos amigos lectores unas muy felices fiestas y un 2009 lleno de amor y trabajo.
Por Mariel Fiori, Directora
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