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Recuperar mi pasaporte en Jamaica

Por Nohan Meza
August 2025
La mayoría de mi tiempo en Jamaica fue tranquilo, como uno espera de unas vacaciones. Estaba visitando con una amiga quien se había ganado los boletos en un concurso. Disfrutamos de las playas, el mar tibio y refrescante, y el agua de coco que se vendían en kioscos pequeños en cada esquina. La realidad es que mi aventura no comenzó hasta la madrugada en la cual teníamos que volver al aeropuerto.
El aeropuerto Norman Manley está ubicado en una isla pequeña que encara la bahía de Kingston, Jamaica. Esto da la oportunidad, especialmente de madrugada, de apreciar a toda la ciudad de fondo. Nos detuvimos y decidimos tomar algunas fotos de despedida. Todavía no sabía que esas fotos serían esenciales. 

Una vez en el aeropuerto, mirando la fila para hacer el check-in, me di cuenta de que no tenía mi mochila conmigo, la había dejado en el taxi, junto con todos mis documentos dentro y sin ninguna pista de quien había sido el taxista, ya que lo tomamos en la calle. 

Mi instinto inicial fue de revisar las cámaras, a ver si podíamos identificar el número de matrícula. Me enteré de que solo una persona tenía la llave que daba acceso al sistema de cámaras, y no volvería hasta la mañana.
Ya con pocas ilusiones, y el vuelo perdido, me resigné a lidiar con la situación cuando saliera el sol. Junté lo que me quedaba de mis pertenencias, y encontré una silla de playa gigante, cuya base me podría servir de cama, donde me acosté a dormir y esperar. 

En algún momento, una de las funcionarias con las que había hablado en el aeropuerto me despertó y me dijo, “Mira, ahí afuera hay un bus que vino del mismo lugar que vos. Habla con él, capaz te pueda ayudar”. Con mi mundo boca abajo, pero con esperanzas renovadas, me levanté de la silla gigante y salí corriendo a la calle donde estaba estacionado un bus de dos pisos. 

El conductor me miró, medio asustado, mientras entre alientos trataba de explicar mi situación. Soy turista, sin pasaporte, sin vuelo, y lo único que tengo como referencia es una imagen donde al borde se podía ver un gorro azul que le pertenecía al taxista que nos había traído. 
El conductor se quedó mirando la imagen con el ceño fruncido. Después de un tiempo, el señor me miró y me dijo, “Yo conozco este gorro, súbete”. 

Y si, no era lo ideal subirme a un bus vacío con un extraño, pero era la primera pista hacia una resolución exitosa que había encontrado. Entonces me adentré por las calles de Kingston, Jamaica. Al poco tiempo las calles se volvieron más angostas, empedradas, y lo único que me recordaba que no estaba en Paraguay eran los carteles en inglés, y el acento local que hacía explicar mi situación más difícil.

Eventualmente pasamos por debajo de un puente que casi raspo el techo del bus, y fue ahí donde el conductor pegó una llamada, y al poco tiempo ví un gorro azul aproximándose al vehículo—el taxista con mi mochila en mano. Con todas mis pertenencias, el conductor me llevó de vuelta al aeropuerto. Al llegar le dí todo el efectivo que me quedaba, que no era mucho, y tuve que insistir para que lo acepte. 

Al entrar al aeropuerto me sentí como una celebridad. Incrédulos, todos los trabajadores (ya que había hablado con cada uno de ellos) empezaron a aplaudir.“

¡Mochilero!” me gritaban mientras me adentraba a los procesos de aduana en camino a mi puerta de partida.
Mi vuelo originalmente era a las 3:00AM. Eran las 7:00 AM y ya me encontraba en el próximo vuelo directo a los Estados Unidos, donde estaría volviendo a un Kingston mucho más cercano. Mientras avanzábamos hacia el despegue, me quedé pensando. De no ser por la funcionaria que me despertó, o el conductor que manejó por dos horas en la madrugada para ayudar a un extraño, dudo que el resultado hubiese sido el mismo. Cuando pienso en este viaje, no son las playas, o el sol, o el relajo en lo que pienso. Pienso en cómo una ciudad entera se despertó para ayudar a alguien que lo necesitaba, y sonrío.

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