Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Buen Gusto
El ritmo del corazón
Una entrevista con Toby Campion
Por Nohan Meza
October 2019 La Voz e iD Studio Theatre de NYC presentan Cumbia de mi Corazón, una obra en español con subtítulos en inglés en el Valle de Hudson del 18 al 20 de octubre en Kingston, Bard College, y Poughkeepsie respectivamente, escrita por Toby Campion y dirigida por Germán Jaramillo. Toby, residente de Red Hook habla aquí del porqué de esta obra y lo que significa para nosotros, como seres humanos, el pensar en el mas allá.
Nohan Meza: ¿De qué trata Cumbia de mi corazón?
Toby Campion: Se trata de que donde uno pone el corazón, ahí va su vida. Entonces este señor Heriberto se encuentra en el más allá. Él es muy renegado, muy terco, y dice que sin su mujer no va a ningún lado. Su mujer todavía no muere, todavía esta acá. La obra empieza el día que muere la señora, Maruca, pero cuando ella llega allá, no lo reconoce, por el mal de alzhéimer. Y él lleva 50 años esperándola. Entonces él se dedica a rescatar la mente y el corazón de la que era su esposa. Y la única manera de hacerlo es con la música. Después de escribir la obra, mucha gente me escribió diciendo que la parte del cerebro que reconoce la música, no es tan afectada por el mal de alzhéimer y ellos pueden recordar sus buenos tiempos a través de la música. Y ahora se usa como terapia. Yo no sabía eso.
NM: ¿Por qué cree que la música perdura cuando el resto se olvida?
TC: La música nos pone en contacto con el mundo invisible. La música, nos conduce, por medio de las notas, el ritmo, la melodía, a una sensación sublime. Y no es música de Beethoven, no es música de Mozart, es música popular. Los que crearon esta música pudieron comunicar lo mejor de la vida humana sin palabras, con el puro ritmo y el movimiento que provoca. Y al estudiar la cumbia descubrí que es una mezcla de tres culturas. El tambor es la base, que es netamente africano. La flauta que tocan le llaman flauta de millo y es de los indígenas de la costa caribeña de Colombia. Y el verso, es español. Entonces se combinaron los tres hilos y pudieron tejer algo nuevo, lo que llamamos la cumbia. Y escuchando yo esa música, empecé a recibir ideas.
NM: ¿Hay ciertas trabas al producir una obra en español?
TC: Una obra original en español . . . sí. Se presentan obras conocidas, de Lorca, o cuentos de Márquez. Pero la Organización Bilingüe de las Artes no quería la obra bajo el logotipo de ellos. Tuvimos que recaudar nuestros propios fondos. Lo interesante fue que esto llegó a las manos de German Jaramillo, que vive en Nueva York. Se comunicó con el productor y dijo, “Me interesa”. Si hay algo que quiero enfatizar es eso: agradecerle profundamente y darle mis respetos a German.
NM: Usted es nativo de Ohio, Estados Unidos y creció en Nueva York. ¿Por qué escribe sobre la cultura latinoamericana?
TC: Eran los años de la década de 1960 y me dedicaba mucho más a protestar contra Vietnam que a estudiar. Yo ya había decidido que, si de repente me llamaran para la Guerra, yo me iba a ir a México. Pero un día desperté y dije, ¡ay caray, como voy a ir a México si no hablo español! Entonces compré un libro de gramática. A los dos meses conocí a mi futura esposa, Anita. Fue como relámpago nuestro noviazgo y nos casamos en la ciudad de México. Al poco tiempo me di cuenta de que me había enamorado de dos cosas: de una linda mujer mexicana de buen corazón y de mucha sabiduría. Pero número dos, con una cultura, la cultura mexicana y en general la cultura latinoamericana. Entonces eso ha sido mi base.
NM: Ese interés ya existía antes de conocer a su esposa.
TC: Te voy a contar algo muy curioso. Cuando tenía como 17 años tuve un sueño, en el cual decía palabras en español, sin haber nunca estudiado el idioma. Y posteriormente me acordé mucho de ese sueño. Algo dentro de mí ya estaba sintonizado, antes de adentrarme realmente.
NM: ¿Cree usted que el arte nos permite adentrarnos a este espacio sublime entre lo real y lo efímero?
TC: El arte es el puente que conecta este mundo con aquel otro que nos rodea. No lo escuchamos, pero siempre esta ahí. Es simplemente cuestión de ponerse en contacto. Pero al fin y al cabo es el mismo mundo, aunque no voy a revelar el último momento de la obra, donde el protagonista se tiene que dar cuenta de donde está realmente, y aceptar que siempre ha estado ahí. Escribiendo la obra tuve un sueño. Un día mi papá, que ya estaba muerto, aparece y me dice, “Te voy a enseñar algo”, pero él estaba de un color gris, y había también mucha gente de color normal, del color que vemos. “Nosotros de color gris, ya estamos muertos. El resto está como tú, viven en tu mundo en tu tiempo, pero estamos todos en el mismo lugar, solo que no nos vemos”. Entonces vi a la gente gris pasando, yendo a sus trabajos con sus maletines, pasando la gente viva, pero no se veían entre sí. Eso me dio a entender que es un solo mundo. Un venezolano maestro mío que se llamaba Josué Manuel Estrada dijo, “Pa’ que esperar pa’ la muerte, si todo lo que tienes que descubrir allá lo puedes descubrir ahorita”.
NM: ¿Por qué decidió hablar de algo tan real y serio como lo es el mal de alzhéimer a través de algo tan efímero como el cielo y la muerte?
TC: Si Dios fuera un dictador todos terminaríamos allá en la gloria, pero él nos da la libertad para escoger que es lo que realmente queremos seguir. ¿Quiero seguir la luz o la oscuridad? Entonces quería yo también que el espectador cuestione la vida. Que diga, ¿qué es lo que yo escojo?
NM: ¿Cree que contar esta historia a través de la fantasía le permite decir más de lo que podría decir con una estructura realista?
TC: No tengo una capacidad académica para charlar y filosofar sobre esos temas. Yo escribo desde lo que siento, desde el corazón. Me limita cierta forma porque no puedo entrar en cuestiones muy profundas de una manera lineal, directa. Tengo que decirlo a mi propia manera. Pero pasa una cosa con el teatro. Si la obra no entretiene, olvídate de la filosofía y de lo que tú quieres decir. Si no entretiene a la gente, no hay nada. Lo bonito del teatro, que se distingue del cine, es que estas ahí, con personas de carne y hueso viviendo lo que están proyectando en ese momento.
NM: Si bien la obra trata de un tema muy fuerte, también hay mucho humor. ¿Por qué es importante el humor en su obra?
TC: Cuando el comediante cae, todo el mundo ríe. La vida es así. Tengo una norma: al ir al cine o al teatro, uno tiene que salir de allí sintiéndose mejor que cuando entró. Ahora, eso no quiere decir que todo tiene que ser cómico y las tragedias también producen una reacción interna que te eleva de cierta manera. Pero como se decía en Hollywood en la década de 1930, es más fácil meterle el mensaje al público por el humor que por la tragedia. Para mí, una obra sin humor es como comer sin sal y pimienta.
NM: ¿Quién necesita ver esta obra?
TC: Personas de todas las edades, desde los diez años para arriba y de ambas culturas. Vamos a presentar por primera vez con subtítulos en inglés para que los no hispanohablantes puedan apreciar la obra. Pero cualquier persona que esté en busca de una verdad transcendental en su vida, ojalá que esta obra le aporte algo positivo.
-Viernes, 18 de octubre, 7:30 pm, The Beverly, 224 Foxhall Avenue, Kingston, NY 12401. Boletos: tinyurl.com/kingston-cumbia
-Sábado 19 de octubre, 7:30 pm, Bard Chapel of the Holy Innocents, 387 Annandale Rd, Annandale-on-Hudson, NY 12504. Boletos: tinyurl.com/bard-cumbia
-Domingo 20 de octubre, 3:30 pm, The Trolley Barn, 489 Main Street, Poughkeepsie, NY 12601. Boletos: tinyurl.com/poughkeepsie-cumbia COPYRIGHT 2019
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Toby Campion: Se trata de que donde uno pone el corazón, ahí va su vida. Entonces este señor Heriberto se encuentra en el más allá. Él es muy renegado, muy terco, y dice que sin su mujer no va a ningún lado. Su mujer todavía no muere, todavía esta acá. La obra empieza el día que muere la señora, Maruca, pero cuando ella llega allá, no lo reconoce, por el mal de alzhéimer. Y él lleva 50 años esperándola. Entonces él se dedica a rescatar la mente y el corazón de la que era su esposa. Y la única manera de hacerlo es con la música. Después de escribir la obra, mucha gente me escribió diciendo que la parte del cerebro que reconoce la música, no es tan afectada por el mal de alzhéimer y ellos pueden recordar sus buenos tiempos a través de la música. Y ahora se usa como terapia. Yo no sabía eso.
NM: ¿Por qué cree que la música perdura cuando el resto se olvida?
TC: La música nos pone en contacto con el mundo invisible. La música, nos conduce, por medio de las notas, el ritmo, la melodía, a una sensación sublime. Y no es música de Beethoven, no es música de Mozart, es música popular. Los que crearon esta música pudieron comunicar lo mejor de la vida humana sin palabras, con el puro ritmo y el movimiento que provoca. Y al estudiar la cumbia descubrí que es una mezcla de tres culturas. El tambor es la base, que es netamente africano. La flauta que tocan le llaman flauta de millo y es de los indígenas de la costa caribeña de Colombia. Y el verso, es español. Entonces se combinaron los tres hilos y pudieron tejer algo nuevo, lo que llamamos la cumbia. Y escuchando yo esa música, empecé a recibir ideas.
NM: ¿Hay ciertas trabas al producir una obra en español?
TC: Una obra original en español . . . sí. Se presentan obras conocidas, de Lorca, o cuentos de Márquez. Pero la Organización Bilingüe de las Artes no quería la obra bajo el logotipo de ellos. Tuvimos que recaudar nuestros propios fondos. Lo interesante fue que esto llegó a las manos de German Jaramillo, que vive en Nueva York. Se comunicó con el productor y dijo, “Me interesa”. Si hay algo que quiero enfatizar es eso: agradecerle profundamente y darle mis respetos a German.
NM: Usted es nativo de Ohio, Estados Unidos y creció en Nueva York. ¿Por qué escribe sobre la cultura latinoamericana?
TC: Eran los años de la década de 1960 y me dedicaba mucho más a protestar contra Vietnam que a estudiar. Yo ya había decidido que, si de repente me llamaran para la Guerra, yo me iba a ir a México. Pero un día desperté y dije, ¡ay caray, como voy a ir a México si no hablo español! Entonces compré un libro de gramática. A los dos meses conocí a mi futura esposa, Anita. Fue como relámpago nuestro noviazgo y nos casamos en la ciudad de México. Al poco tiempo me di cuenta de que me había enamorado de dos cosas: de una linda mujer mexicana de buen corazón y de mucha sabiduría. Pero número dos, con una cultura, la cultura mexicana y en general la cultura latinoamericana. Entonces eso ha sido mi base.
NM: Ese interés ya existía antes de conocer a su esposa.
TC: Te voy a contar algo muy curioso. Cuando tenía como 17 años tuve un sueño, en el cual decía palabras en español, sin haber nunca estudiado el idioma. Y posteriormente me acordé mucho de ese sueño. Algo dentro de mí ya estaba sintonizado, antes de adentrarme realmente.
NM: ¿Cree usted que el arte nos permite adentrarnos a este espacio sublime entre lo real y lo efímero?
TC: El arte es el puente que conecta este mundo con aquel otro que nos rodea. No lo escuchamos, pero siempre esta ahí. Es simplemente cuestión de ponerse en contacto. Pero al fin y al cabo es el mismo mundo, aunque no voy a revelar el último momento de la obra, donde el protagonista se tiene que dar cuenta de donde está realmente, y aceptar que siempre ha estado ahí. Escribiendo la obra tuve un sueño. Un día mi papá, que ya estaba muerto, aparece y me dice, “Te voy a enseñar algo”, pero él estaba de un color gris, y había también mucha gente de color normal, del color que vemos. “Nosotros de color gris, ya estamos muertos. El resto está como tú, viven en tu mundo en tu tiempo, pero estamos todos en el mismo lugar, solo que no nos vemos”. Entonces vi a la gente gris pasando, yendo a sus trabajos con sus maletines, pasando la gente viva, pero no se veían entre sí. Eso me dio a entender que es un solo mundo. Un venezolano maestro mío que se llamaba Josué Manuel Estrada dijo, “Pa’ que esperar pa’ la muerte, si todo lo que tienes que descubrir allá lo puedes descubrir ahorita”.
NM: ¿Por qué decidió hablar de algo tan real y serio como lo es el mal de alzhéimer a través de algo tan efímero como el cielo y la muerte?
TC: Si Dios fuera un dictador todos terminaríamos allá en la gloria, pero él nos da la libertad para escoger que es lo que realmente queremos seguir. ¿Quiero seguir la luz o la oscuridad? Entonces quería yo también que el espectador cuestione la vida. Que diga, ¿qué es lo que yo escojo?
NM: ¿Cree que contar esta historia a través de la fantasía le permite decir más de lo que podría decir con una estructura realista?
TC: No tengo una capacidad académica para charlar y filosofar sobre esos temas. Yo escribo desde lo que siento, desde el corazón. Me limita cierta forma porque no puedo entrar en cuestiones muy profundas de una manera lineal, directa. Tengo que decirlo a mi propia manera. Pero pasa una cosa con el teatro. Si la obra no entretiene, olvídate de la filosofía y de lo que tú quieres decir. Si no entretiene a la gente, no hay nada. Lo bonito del teatro, que se distingue del cine, es que estas ahí, con personas de carne y hueso viviendo lo que están proyectando en ese momento.
NM: Si bien la obra trata de un tema muy fuerte, también hay mucho humor. ¿Por qué es importante el humor en su obra?
TC: Cuando el comediante cae, todo el mundo ríe. La vida es así. Tengo una norma: al ir al cine o al teatro, uno tiene que salir de allí sintiéndose mejor que cuando entró. Ahora, eso no quiere decir que todo tiene que ser cómico y las tragedias también producen una reacción interna que te eleva de cierta manera. Pero como se decía en Hollywood en la década de 1930, es más fácil meterle el mensaje al público por el humor que por la tragedia. Para mí, una obra sin humor es como comer sin sal y pimienta.
NM: ¿Quién necesita ver esta obra?
TC: Personas de todas las edades, desde los diez años para arriba y de ambas culturas. Vamos a presentar por primera vez con subtítulos en inglés para que los no hispanohablantes puedan apreciar la obra. Pero cualquier persona que esté en busca de una verdad transcendental en su vida, ojalá que esta obra le aporte algo positivo.
¡Teatro en español en el Valle del Hudson!
La Voz y iD Studio Theatre presentan: Cumbia de mi Corazón. Tras su exitosa temporada en el Bronx, La Voz trae esta divertida obra de teatro en español con subtítulos en inglés, escrita por Toby Campion y dirigida por Germán Jaramillo. Entrada general: $20. A beneficio de la revista La Voz.-Viernes, 18 de octubre, 7:30 pm, The Beverly, 224 Foxhall Avenue, Kingston, NY 12401. Boletos: tinyurl.com/kingston-cumbia
-Sábado 19 de octubre, 7:30 pm, Bard Chapel of the Holy Innocents, 387 Annandale Rd, Annandale-on-Hudson, NY 12504. Boletos: tinyurl.com/bard-cumbia
-Domingo 20 de octubre, 3:30 pm, The Trolley Barn, 489 Main Street, Poughkeepsie, NY 12601. Boletos: tinyurl.com/poughkeepsie-cumbia COPYRIGHT 2019
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
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