Cultura y noticias hispanas del Valle del Hudson
Mientras el congresista tejano Joaquín Castro pide sacar las palabras “alien” e “ilegal alien” de todos los textos de leyes federales, otro grupo de congresistas hispanos lanza un informe sobre el importante impacto económico de los 55 millones de hispanos en los Estados Unidos. Mientras el senado vota por seguir apoyando a las llamadas ciudades santuario (condados, estados y municipalidades que no entregan a inmigración a las personas arrestadas por delitos menores), otro comité del senado se reúne para evaluar el preocupante flujo de menores no acompañados que siguen cruzando la frontera del Triángulo del norte: Guatemala, Honduras y El Salvador.
Pero mientras todo eso sucede, el candidato a vocero de la cámara baja, el congresista republicano Paul Ryan anuncia que si lo eligen para ese puesto no piensa poner a votación el proyecto de ley de reforma migratoria que desde hace dos años espera el debate que nunca llega, y en Tejas el estado se niega a entregarles certificados de nacimiento a los hijos de padres indocumentados que nacieron en suelo estadounidense (en clara violación de la constitución). Una de cal y otra de arena, que le dicen.
El proyecto de ley del demócrata Castro (CHANGE, según sus siglas en inglés) tiene sentido: las palabras que usamos importan, y mucho. Porque la palabrita “alien” (extranjero, pero también alienígena) tiene una connotación negativa, insultante, deshumanizante y alienante (y ni qué decir de la cargadísima “ilegal alien”); CHANGE cambiaría estas expresiones por “foreign national” (ciudadano extranjero) y “undocumented foreign national” (ciudadano extranjero indocumentado) en todos los documentos federales. Ojalá se apruebe este proyecto de ley. Ya la agencia de noticias Associated Press, The Huffington Post, los diarios USA Today, LA Times, San Francisco Chronicle y muchos otros en todo el país, incluyendo canales de televisión como Univisión, ABC, CNN, NBC, Fox News Latino y publicaciones como The Nation, y esta revista La Voz, no usamos esas palabras “ilegal alien” de tanta carga negativa para referirnos a otros seres humanos.
Mientras tanto, el informe del comité de colaboración económica del congreso sobre el estado económico de la comunidad latina en Estados Unidos nos dijo algo que ya más o menos sabíamos: somos muchos (55 millones que representamos el 17 por ciento de la población del país), seremos muchos más (en el año 2060 uno de cada tres estadounidense será hispano), pero somos pobres.
En general los hispanos somos pobres. Según el informe, los hispanos de Estados Unidos trabajan en industrias que pagan poco, como la construcción, la agricultura y la hospitalidad; rubros en los que los hispanos representan 27.3%, 23.1% y 22.3% de la fuerza laboral respectivamente. Así, el trabajador hispano medio gana 72 centavos por cada dólar que gana un hombre blanco no hispano. Pero la situación de la mujer hispana es mucho peor: gana solamente 55 centavos por cada dólar que gana un hombre blanco no hispano. Claro, con esta disparidad, no es de extrañar que el ingreso anual medio por hogar hispano sea $42,500 al año, casi $18,000 menos que los de la mayoría blanca no hispana (en Nueva York es mucho peor: $40,700 para hispanos y $68,300 para blancos no hispanos). Mientras que el valor de la propiedad media de los hispanos es un décimo de lo que vale la casa de las familias blancas no hispanas. Por eso, los hogares latinos tienen el doble de probabilidades de vivir en la pobreza que los hogares blancos no latinos.
Y a pesar de estas tristes estadísticas, hay una realidad que no para: los hispanos nacidos en este país tienen el doble de probabilidades de conseguir un título universitario, comparado con los hispanos nacidos en el extranjero. Además, nuestro espíritu emprendedor (90 por ciento de los emprendedores inmigrantes somos hispanos), y la relativa juventud de nuestra comunidad (28 años versus 43 años de la población blanca no hispana) presentan oportunidades para el futuro. Con educación, llegaremos.
Y les compartí toda esta información sobre política nacional y estadísticas para recordarles que este noviembre es mes de elecciones y que en 2016 votamos a un nuevo presidente. Si todavía no se hizo ciudadano estadounidense, le pido que lo considere seriamente, si ya es ciudadano, por favor, regístrese a votar y vote. Ya es hora de dejar de ser esta gigante minoría silenciosa.
Mariel Fiori
Directora
COPYRIGHT 2015
La Voz, Cultura y noticias hispanas del Valle de Hudson
Pero mientras todo eso sucede, el candidato a vocero de la cámara baja, el congresista republicano Paul Ryan anuncia que si lo eligen para ese puesto no piensa poner a votación el proyecto de ley de reforma migratoria que desde hace dos años espera el debate que nunca llega, y en Tejas el estado se niega a entregarles certificados de nacimiento a los hijos de padres indocumentados que nacieron en suelo estadounidense (en clara violación de la constitución). Una de cal y otra de arena, que le dicen.
El proyecto de ley del demócrata Castro (CHANGE, según sus siglas en inglés) tiene sentido: las palabras que usamos importan, y mucho. Porque la palabrita “alien” (extranjero, pero también alienígena) tiene una connotación negativa, insultante, deshumanizante y alienante (y ni qué decir de la cargadísima “ilegal alien”); CHANGE cambiaría estas expresiones por “foreign national” (ciudadano extranjero) y “undocumented foreign national” (ciudadano extranjero indocumentado) en todos los documentos federales. Ojalá se apruebe este proyecto de ley. Ya la agencia de noticias Associated Press, The Huffington Post, los diarios USA Today, LA Times, San Francisco Chronicle y muchos otros en todo el país, incluyendo canales de televisión como Univisión, ABC, CNN, NBC, Fox News Latino y publicaciones como The Nation, y esta revista La Voz, no usamos esas palabras “ilegal alien” de tanta carga negativa para referirnos a otros seres humanos.
Mientras tanto, el informe del comité de colaboración económica del congreso sobre el estado económico de la comunidad latina en Estados Unidos nos dijo algo que ya más o menos sabíamos: somos muchos (55 millones que representamos el 17 por ciento de la población del país), seremos muchos más (en el año 2060 uno de cada tres estadounidense será hispano), pero somos pobres.
En general los hispanos somos pobres. Según el informe, los hispanos de Estados Unidos trabajan en industrias que pagan poco, como la construcción, la agricultura y la hospitalidad; rubros en los que los hispanos representan 27.3%, 23.1% y 22.3% de la fuerza laboral respectivamente. Así, el trabajador hispano medio gana 72 centavos por cada dólar que gana un hombre blanco no hispano. Pero la situación de la mujer hispana es mucho peor: gana solamente 55 centavos por cada dólar que gana un hombre blanco no hispano. Claro, con esta disparidad, no es de extrañar que el ingreso anual medio por hogar hispano sea $42,500 al año, casi $18,000 menos que los de la mayoría blanca no hispana (en Nueva York es mucho peor: $40,700 para hispanos y $68,300 para blancos no hispanos). Mientras que el valor de la propiedad media de los hispanos es un décimo de lo que vale la casa de las familias blancas no hispanas. Por eso, los hogares latinos tienen el doble de probabilidades de vivir en la pobreza que los hogares blancos no latinos.
Y a pesar de estas tristes estadísticas, hay una realidad que no para: los hispanos nacidos en este país tienen el doble de probabilidades de conseguir un título universitario, comparado con los hispanos nacidos en el extranjero. Además, nuestro espíritu emprendedor (90 por ciento de los emprendedores inmigrantes somos hispanos), y la relativa juventud de nuestra comunidad (28 años versus 43 años de la población blanca no hispana) presentan oportunidades para el futuro. Con educación, llegaremos.
Y les compartí toda esta información sobre política nacional y estadísticas para recordarles que este noviembre es mes de elecciones y que en 2016 votamos a un nuevo presidente. Si todavía no se hizo ciudadano estadounidense, le pido que lo considere seriamente, si ya es ciudadano, por favor, regístrese a votar y vote. Ya es hora de dejar de ser esta gigante minoría silenciosa.
Mariel Fiori
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